No More Lies

El camino de los pioneros es un tránsito lleno de sorpresas, árboles en medio del paso, leopardos acechando entre los matorrales y brujas que ofrecen pociones mágicas. No More Lies fueron los primeros en hacer unas cuantas cosas. Dándose de ostias contra los elementos, no aceptando un no como respuesta, ellos -con la confianza del inconsciente abrieron el camino por el que muchos vendrían después. Están los colonos del Mayflower, el explorador británico Shackleton y luego ya vendrían ellos. Un grupo capaz de poner en el mapa de la escena independiente europea a un pequeño pueblo de la costa catalana -Sant Feliu de Guixols-, con la ayuda de una pequeña pero bulliciosa comunidad de valientes como ellos -L’Atzavara-. Cuando, hace más de diez años, muchos grupos no salían a tocar más allá de los límites de su provincia, ellos se iban con su furgoneta a Eslovenia y República Checa. A la vuelta explicaban cómo les había ido y yo los miraba como si fueran el Capitán Ahab. Después se irían todavía más lejos (como cuando grabaron un disco en Chicago). Nadie antes que ellos -ni después, qué cojones- fue capaz de unir el post-hardcore made in Washington DC (Jawbox en letras bien grandes) y unirlo al componente celebratorio de unos Van Halen.

Santi García (voz, guitarras), Màxim Triviños (bajo, nieto espiritual de Chuck Dukowski de Black Flag) y Roger Ortega (batería) son tres tíos mucho más leídos musicalmente de lo que parece. Los más gafotas los compararán con bandas ignotas como Rye Coalition o Murder City Devils, pero ellos en realidad siempre fueron una mezcla irresistible de melodía y energía, Damned y Fugazi. Uno puede ver destellos del arena rock más despendolado (de Ted Nugent a Led Zeppelin), destellos de math rock (Chávez, Shiner) que ilustran perfectamente el grado de entendimiento que a estas alturas han desarrollado los tres componentes del grupo, ráfagas del post hardcore más confrontacional (Shellac, Jesus Lizard)… Controlan el riff, le ponen collar y bozal, lo mantienen en tensión y después lo liberan junto a un estribillo matador, urgente y luminoso. El resultado siempre es el mismo: culo pateado severamente.