Edición en vinilo del primer casete Estoc de pus (1984) de Kangrena, uno de los más remarcables grupos de punk en la escena barcelonesa a principios de los ochenta, remasterizadas desde las cintas originales de 1/4 de pulgada por Santi y Victor Garcia en los estudios Ultramarinos Costa Brava de Sant Feliu de Guíxols. Para amantes de Crass, Sex Pistols, Discharge, Damned o los primeros Exploited, punk sucio y rabioso.
Antikomunist Nazi-punks se leía en una de las grandes pintadas que había en las paredes del local. Desde fuera, si no fuera por el ruido, nadie diría que en aquella torre veraniega de dos plantas ensayaba un grupo punk. Y no, no eran nazis, pero la frustración producida por el desengaño de la transición, especialmente el desengaño de los partidos de izquierdas, hizo que nosotros, punks de Barcelona de los ochenta, fuéramos declaradamente anti-progres, y por extensión, de una forma muy simple y directa, anti-comunistas.
En aquella torre de El Masnou vivían tres de los cuatro miembros de Kangrena, Manolo Loco Speed, Jhonny Sex y Kike, y en la planta baja tenían el local de ensayo. Precisamente el hecho de tener un local permanente del que disponían a voluntad es lo que les dio continuidad y los llevó a ser el máximo exponente musical del movimiento punk barcelonés durante los años ’82 y ’83. Por ese local pasaron casi todos los grupos punk del momento: Último Resorte, Shit SA, Epidemia… ya fuera para ensayar o para grabar alguna maqueta, y el ruido que se generaba era tal que incluso una tarde de verano del ’82 un vecino echó abajo la puerta de entrada de la vivienda a medio ensayo de Kangrena con la intención de detener ese diabólico sonido.
Los Kangrena eran punks PUNKS, autodestructivos, provocadores, anti-políticos y libres, y por ello se les acusó desde el mismo movimiento de todo lo acusable: los que querían medrar les acusaron de niños ricos, porque tenían local, equipo de sonido, porque Quoque, el cantante, vivía con sus padres en la zona alta barcelonesa… como si alguien pudiera escoger dónde nacer o como si no hubiéramos deseado todos tener su local o su equipo; los que tres años después habían cambiado de tribu y se habían dejado melenas los acusaron de ser punks de escaparate por no acercarse a las nuevas modas punk de importación (hardcore, metalcore, anarcopunk, etc.); y los que queríamos politizar sí o sí el movimiento los acusamos de pasotas (incluso hubo quien les acusó de machistas por la magnífica canción Violación) y, por extensión, de permitir las injusticias y apoyar al sistema. Todo producto de la incomprensión, la inexperiencia, la envidia y la energía juvenil que dicta lo quiero todo ahora.
La perspectiva de los años, sin embargo, pone de vez en cuando alguna cosa en su lugar, y hoy día podemos asegurar que, sin aquel encuentro casual de diciembre de 1981, cuando Quoque decidió subir a cantar un tema de los Pistols con aquellos tres punkies de El Masnou, que provocó la creación de Kangrena, el movimiento punk de nuestra casa nunca hubiera sido igual.
Joni D.