Entre el calor de las entrañas y la frialdad del metal se encuentran las canciones del primer disco de Serpent. Su música bien podría ser el sonido de un latido dentro una caja torácica de plomo, el sonido de algo que quiere salir y no puede, la rabia que se contiene y se desata al mismo tiempo. El cuarteto formado por Sergi, Eric, Fran y Marc – que quizás os suenan de bandas como The Gundown, Col·lapse, The Anti-Patiks o Appraise – han dado a la luz Lluna Roja de la mano de una larga lista de sellos amigos. Años dentro el circuito punk estatal les han llevado a editar un debut maduro, donde se ven los frutos de años de orejas ensordecidas.
No abajan el pistón, aunque comparando este proyecto con los paralelos o anteriores que han tenido, vemos como la rabia se canaliza de otra forma, quizás más elaborada pero sin perder ni gancho, ni dirección. El post-hardcore atómico de bandas como Fugazi, Drive Like Jehu o Hot Snakes juega con la vertiente más venenosa del punk primigenio: Stooges, Wipers, Misfits también resuenan en un eco misterioso, obtuso y desesperado.
Sergi, también conocido como Beni de Gundown, empieza cantando que este mundo nos romperá el corazón. Él fue quien inició el grupo des de su habitación, quien reclutó a Eric para los primeros ensayos y para gravar las baterías de la demo seminal y quien ahora encabeza una banda bien engrasada con el bajo de Marc y la segunda guitarra de Fran. Parece que la roca compacta que han creado a base de ensayos y conciertos en bastiones amigos como el Can’t Keep Us Down, el Actitud Fest o el Saltamarges Fest, los hace resistentes a la rasca del acero que se respira en el exterior.
Serpent es una burbuja de vísceras desde dónde sus cuatro integrantes pueden confabular a sus anchas fantasías de venganza y revolución, y verterlas hacia una realidad externa e incierta. Los comadrones de este parto accidentado a propósito son Xavi Escribano (Malestar Social, The Anti-Patiks) que ha grabado y mezclado el disco, y Victor García (The Unfinished Sympathy, Pau Vallvé) que lo ha masterizado en Ultramarinos. Todas las piezas parecen encajar en un rompecabezas dónde también parece necesario que haya cierto desencaje. En las estructuras, en el sonido, en las baterías, en las letras: un desfalco premeditado, una buena dosis de energía post-hardcorera que merece tu atención.