Margarita en la pecera; Ramón Ginferno a los mandos de su estudio Sónica y Santi García en la masterización. Contamos uno, dos, tres… y aquí están los resultados. Actitud y riesgo. Margarita se ríen sin buscarlo de los cánones estilísticos, de la tiranía del estandar rock. Música libérrima, caprichosa y dificil. ¡Celebración!
Punk dada, expresionismo desvergonzado, poliédrico y de ejecución autómata. Música compleja e inteligente pero a-intelectual, engañosamente reiterativa y primaria. Los ritmos invitan al baile epiléptico, llaman a la contracción de tus músculos. Las guitarras se debaten mecánicas entre la disonancia y el ritmo. Las voces, por momentos casi onomatopéyicas, insuflan dosis de vida y color al conjunto.
Parque Mágico es un disco lleno de luz y magia, raza y cemento, amor y desamor, viajes, ciudades y fantasía. Canciones que parecen pequeñas revoluciones, ansiosas y urgentes, que combinan el nervio del post-punk o el deconstruccionismo no-wave en aras de un sonido tenso, excitado y excitante que ni reniega de la inmediatez pop ni se asusta de echarle algún que otro guiño a la liberación formal de la vanguardia experimental.
Infecciones de ritmo y melodía disfuncional tocadas de forma convulsa, vertiginosa y vibrante. Volteretas noise y gargantas al rojo, nervios de alambre, cuchillas y óxido, pellizcos y espasmos. Agitación. Grandes por derecho.
¡Bienvenidos al Parque Mágico!