Sandré

Pues resulta que en este planeta moribundo hay gente. Dicen que a lo largo de la historia estas personas han ido haciendo cosas. Cosas como matar, alimentarse con verduras, construir catedrales, destruir montañas, verbalizar el odio en forma de textos impresos o amarse durante años con desmesura. Pero una de las mejores cosas que hacen los humanos —algo que han empezado a hacer justo cuando la vida en la Tierra está llegando a su fin— es hacer grupos de música.

Y aquí es cuando llegamos a Rosa, Marc, Stefania y Carles, quienes a principios de 2018, tras abandonar el bosque en el que habían vivido durante décadas coexistiendo con serpientes y resacas, pisaron la ciudad de Barcelona por primera vez en su vida y se encontraran cara a cara con las miserias de la civilización y su capitalización de la existencia. Tal fue el impacto que decidieron hacer un grupo de música para esconderse en un nuevo mundo sin problemas ni sangre al que llamaron “Sandré”. “Sandré” así, como “cendrer” (cenicero en catalán) mal escrito; porque escribir mal es mejor que escribir bien, porque la perfección solo es anhelada por los mediocres. Y de esto va exactamente Sandré, de gritar, de coger instrumentos, aporrearlos, hacer raca-raca y que salga lo que sea pero que salga con fuerza. Los humanos hacen cosas pero Sandré solo hacen una cosa: introducirte toneladas de ruido dentro del cuerpo hasta que solo puedas bailar, enloquecer y estallar.