Hannah…Mira bien el título, quítale la última h y busca por Internet la relación del nombre con una divinidad que representaba la vida, según una leyenda griega. Eso es lo que se encontraron los componentes de Anímic cuando buscaban un concepto hermoso y potente que reflejara el singular momento que estaban viviendo: una estación temporal asaltada por muchos cambios entre los músicos de la banda. Es por eso que éste Hannah, acabado en h finalmente por motivos estéticos, supone para el grupo un nuevo resurgimiento, un entusiasta volver a empezar, tras celebradas obras como Hau o Hïu (2007) o Himalaya (2009) Aquí estamos, gritan ellos decididos desde su refugio en Collbató, y el sonido imaginario de una rama crujiendo es el primer indicio de que ya volvemos a encontrarnos dentro del bosque encantado, fabulado, que el grupo lleva años cuidando con encomiable sensibilidad.
Trenco una branca i res ja no mespanta, canta Ferran Palau en la delicada Trenco una branca, y es fácil reconocer su marca, un folk-rock rico y brumoso, pero, y aquí está la sorpresa, con un plus extra de misterio y de majestuosidad. ¡¡Fantástico!!: estos Anímic son los fieles compañeros de antes y, ahora, además, añaden más espejos que apuntan hacia otros paisajes. Blue eyed tree lo certifica con esa entrada espectral que nos avanza un desenlace todavía más atmosférico. Y también la hermosa Hannah, un retrato de un personaje femenino inquietante que un cuarteto de cuerdas uno de los hallazgos del disco que se repite en tres temas más- acaba por pinzelar. Entonces, cuando aparece la estupenda That black hole es lógico que el oyente reconozca lo bien que maneja y amplia el grupo su registro o que la voz de Louise Joanne Sansom parece que se pose a nuestro lado en la preciosa Howlin zombie. Y en el trote agitado que empuja a Boirina es inevitable acordarse del músico tejano Will Johnson coprotagonista junto al grupo del transparente documental From Texas to Arbúcies y aliado en una gira conjunta que se abrió en el poparb 2010 y se cerró con un concierto abrumador en la sala Apolo. Seguimos el camino de las piedras redondas con la hipnótica 1979, con un sorprendente vals ambientado en un cementerio y mecido por una caja de ritmos(taüt) y un casi adiós con un winedrops que arroja una advertencia: your tears arent water, just wine. Una sentencia tan temible y real como ese no puc lluitar contra el que sóc que rodea a la definitiva La pols i el punyal.
Se cierra el cuento, pero ahí está la magia de Anímic: pasan los días, las canciones y todavía suena esa rama que escuchábamos al principio, un crepitar irreal y contagioso…Y si todo cruje así esta noche es que Anímic tienen las llaves del bosque. Otra vez.